TAt A la hora de montar una casa es necesario elegir el lugar que ocuparán los diversos elementos. Mesas, camas, aparadores, cuadros, pañitos, más pañitos... A nadie le preocupa si la cama está mas cerca que lejos de la ventana, si la mesa está muy al centro, si los cuadros están rectos y hacen juego con las cortinas y el lugar de los pañitos, ni siquiera que haya o no pañitos. Excepto a ella, naturalmente. Ahora, el lugar de la tele preocupa a toda la familia y debe ser elegido con tacto. Porque si antes se decía que la familia que reza unida permanece unida, ahora debe decirse que la familia que ve la tele unida continúa desunida. Y cabreada, pues nunca hay unanimidad a la hora de elegir canal, de manera que se lucha para ser el amo del mando a distancia.

Sin embargo no es tan fácil elegir el lugar de la tele. Generalmente está ubicada de manera que quede en línea recta con el sillón del padre, situado en el mejor rincón del salón, y con la silla que ocupa a la hora de comer. Pero eso, con ser imprescindible, no es suficiente. Porque en el preciso instante en el que van a lanzar el penalti alguien, no diremos quien, se interpone entre la tele y su amo. Y lo mismo da que esté en un rincón que en el medio de la habitación. Siempre tiene que pasar a coger un objeto que está precisamente en aquel lugar. La necesidad es tan perentoria que no puede esperar a que lancen el penalti. Además, como tiene mala memoria, a los pocos minutos se da otro paseo por el mismo lugar para buscar otro objeto que, mira por donde, está allí. También es casualidad. ?¿Para esto pago yo el canal plus?. Me voy a dar de baja y me iré a ver los partidos al bar?. Eso quisieras tu, bandido.

*Profesor