El escritor Luis Landero Durán (Alburquerque, Badajoz, 25-3-1948) está volcado este verano en un prometedor ensayo en el que recopilará las mejores páginas eróticas de la literatura. Fue el año pasado cuando publicó la cuarta de sus novelas, El guitarrista, en donde da rienda suelta a su gran afición de siempre, que no es otra que tocar la guitarra. No en vano fue alumno de Paco de Lucía y llegó a acompañar a Fosforito.

Y es que, aunque Landero empezó a escribir poesía siendo un quinceañero, su dedicación profesional se plasmó en forma de novela cuando ya había cumplido 40 años. Juegos de la edad tardía (1989) se tituló con indudable tino su estreno literario oficial. El triunfo sorprendió a la propia empresa (se llevó los premios de la Crítica y el Nacional de Literatura en 1990) de tal modo que le costó Dios y ayuda publicar la segunda novela. Por culpa de la presión que le produjo el éxito, tardó cuatro años en acabar Caballeros de fortuna. "Pensé que me estaban vigilando, que me iban a juzgar", evoca este extremeño de familia campesina emigrada a Madrid. Un año antes de editarse su tercera novela, El mágico aprendiz (1999), Landero sufrió una ligera depresión. Se curó a base de ganar en seguridad, de gustarse más a sí mismo. Por favor, quien gusta tanto a sus lectores, no ha de tener problemas de autoestima.