Por fin se ve la luz al final del túnel. Para algunos será todavía tenue o estará plagada de sombras, pero para otros es una luz con mayúsculas, como un soplo de aire fresco tras un ‘robado’ mes de abril.

Porque escuchar fechas, hablar de fases y de desescalada hace que veamos el final de una situación que todos queremos que acabe. Aunque el futuro sea una ‘nueva realidad’ que no se presente muy halagüeña, sobre todo para las familias que han pasado de vivir al día a no poder hacerlo y necesitarán ayudas sociales o para los sectores que aún no saben cómo ni cuándo van a poder recuperarse y también necesitarán ayudas, en este caso económicas y mucha información sobre cómo afrontar esta nueva etapa.

Porque sigue faltando concreción, lógico por otra parte, ya que nadie tiene la experiencia de haber diseñado una desescalada. Aún así, la hostelería, el turismo, el comercio, las peluquerías… piden y necesitan una información clara sobre medidas de higiene y seguridad. Todos querrían reabrir cuanto antes, pero nadie quiere hacerlo sin garantías y propagar el virus entre trabajadores y clientes.

Así que la prudencia se combina con primeros pasos entre los sectores económicos para ir recuperando la ansiada normalidad, obtener ingresos que den la estabilidad necesaria para vivir dignamente, nada más. Todo mirando de reojo y sin perder de vista la situación sanitaria.

Pero todo reinicio es una oportunidad y la reconstrucción, en este caso económica, de una familia, una ciudad y todo el país depende mucho de las actitudes de cada cual. Nadie duda de que será difícil, pero como dijo Henry Ford: «si tiene remedio, ¿por qué te quejas? Si no lo tiene, ¿por qué te quejas?». La queja constante no resuelve nada y poner palos en la rueda tampoco. No digo que no se puedan hacer reclamaciones u opinar sobre las nuevas medidas y las que vendrán, pero ahora toca permanecer unidos para reconstruir el país, familia a familia, porque todos, seamos del color político que seamos, queremos lo mismo. La diferencia es cómo lo afrontamos y por qué camino queremos llegar a ese fin. El momento de evaluar la gestión de esta crisis llegará, pero no es el actual.

Así que toca avanzar. Sin olvidarnos de aquellos que ya no están por culpa del virus y que ha dejado un dolor en sus familias que perdurará, la vida sigue y uno elige si quiere afrontarla o no con esperanza y optimismo. Lo que nos rodea no se puede controlar, pero la actitud de cada cual sí, así que, busquemos la luz. * Periodista