Se ha desmoronado como un castillo de naipes la patraña explicada por Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez de que había razones ideológicas en su desmarque del PSOE. Se confirma que lo suyo fue una traición. Faltaron a la sesión constitutiva de la Asamblea de Madrid, dando así la mayoría de la Cámara al PP, estando en estrecho contacto con constructores que podrían verse perjudicados por la política más estricta y cuidadosa con las recalificaciones de terrenos que anunciaba la izquierda, ganadora en las urnas. Las revelaciones de la revista Interviú y la cadena SER apuntan a una madeja de intereses relacionadas con el negocio del suelo y el ladrillo. Varias llamadas telefónicas en los momentos decisivos establecen esa relación. Ante esa certeza moral, corresponde investigar a fondo --y ya no sólo desde el PSOE-- para evitar que triunfe la maniobra que pretendía desvirtuar el resultado de una elección democrática. A partir de estos nuevos datos, no son unas nuevas elecciones lo que necesita la Cámara madrileña, sino que la justicia y la política recompongan la situación para que los tramposos no acaben consiguiendo sus objetivos por la vía indirecta de haber forzado repetir la cita en las urnas.