TNto hace mucho se ha celebrado un homenaje a los maestros. Lo anunciaban en televisión con una música como de Mar adentro y unas imágenes que parecían de El estanque dorado . Me estremecí como cuando escucho en la radio otro anuncio que casi con la misma música habla de un poeta o un anticuario que bebe Faustino V . Miré el reloj para ver el siglo en el que estábamos y el estremecimiento se convirtió en descarga. Arreglados estamos los maestros si en el siglo XXI, el siglo de la ciberescuela, empiezan a hacernos homenajes. ¿Será verdad aquella profecía sobre nuestra sustitución por máquinas pedagógicas? Porque se empieza poniendo música de Memorias de Africa y se acaba metiendo a los maestros en una tienda de antigüedades. Luego pensé en los nuevos maestros, las últimas generaciones que aún están haciendo cola de interinos en la Consejería de Educación, ¿ellos también están incluidos en ese homenaje?

A nadie se le ocurre hacerle homenaje a los guardias municipales de cuando se ponían botellas de sidra a sus pies. En todo caso, y no todos, se hacen homenajes de jubilación individuales. Aquí no, aquí parece existir un complot para meternos a todos en un museo, hacernos un homenaje y darle al gas para que no suframos. ¿Por qué no se homenajea al maestro en su sueldo? ¿Por qué no se homenajea al maestro en el reconocimiento diario de su labor? ¿Por qué no se homenajea al maestro con campañas que conciencien a los padres sobre su trabajo?

Estoy escamado porque a mí esas músicas melosas y esas imágenes me recuerdan al Vuelve a casa, vuelve del turrón que se repite todos los años y el chico no acaba nunca de enterarse.

*Dramaturgo y director del Consorcio López de Ayala