TStiguiendo con la interpretación de los conceptos, y más en el entorno de la política, donde, pese a que muchos traten de disimularlo, abundan los iletrados, quisiera hacer algunas consideraciones sobre las diferencias entre mandar y gobernar.

No es lo mismo una que otra. Sin embargo la derecha tradicionalmente las confunde y envía bosquejos o atisbos de docilidad a sus huestes o a aquellos contra, y no es una errata, los que quiere dirigir sus órdenes.

No se trata de comprobar quién lanza el exabrupto más potente para demostrar la autoridad. Es una utopía imaginar que el respeto, que tantos lustros les había costado consolidar, se hereda, se mantiene y, al contrario que la energía, no se transforma.

Tampoco quiere decir esto que nuestros gobernantes tengan que ser, por esencia, simpáticos, agradables, de buen trato, o por qué no decirlo, con gran talante. Ni necesariamente lo contrario. Si algo les debe definir es la responsabilidad en la toma de decisiones. Y eso, se quiera o no, es difícil.

Te puedes equivocar. Puedes no satisfacer a todos. Pero lo que quedará es el hecho de que gobiernas para la mayoría. No mandas.

*Doctor en Historia