No es buena noticia la destitución de Alfonso Alonso, líder del PP vasco. No lo es por el propio Alonso, desde luego, pero sobre todo por quien le sustituye, Carlos Iturgaiz, un político perdido de la mano de Aznar que vuelve a la política convencido de que «hay cosas de la política de hace veinte años que valen para hoy».

Pero la destitución y la sustitución no deben entenderse como una falacia post hoc, es decir, que la sustitución es consecuencia de la destitución. Y es que Iturgaiz no es resultado de una urgencia para sustituir a Alonso, sino la causa de que Alonso haya sido destituido. Y de manera urgente, claro. La justificación de que Alonso habría discrepado de la dirección del partido sobre un acuerdo electoral con Cs es solo eso, la justificación necesaria. Y que esa discrepancia habría sido el motivo para apartarlo del cargo, según la versión oficial, solo sería creíble si hubiera ocurrido lo mismo con Alberto Núñez Feijóo, a quien también se le propuso el pacto con Cs y sobre el que Feijóo ni siquiera ha discrepado, sino que directamente ha dicho que no. ¿Se le ha apartado del cargo, tras negarse? ¿Acaso en el PP gallego no habría ningún otro perdido de la mano de Aznar que pudiera sustituir a Feijóo?

Es obvio que el PP no necesita ir en coalición con nadie para ganar en Galicia. Pero es que además la dirección del partido sabe a qué dirigentes debe cuidar y a qué otros puede darles un nuevo uso. Iturgaiz es un dirigente de nuevo uso. De ahí que no sea el sustituto urgente para liderar el PP vasco, obligado por la destitución de Alonso. Iturgaiz es la elección y Alonso el obligado. Es probable que Alonso se resistiera a asociarse con Cs, pero nunca diría que «Vox lo está haciendo muy bien y estamos muy cerca», como ha dicho Iturgaiz.Tan cerca, por cierto, que si el PP y Vox no van juntos es porque Vox no quiere, ha añadido. ¿Será esta la versión oficial del partido para justificar que hay un político de hace veinte años que vale para hoy?

Tras la recuperación de Iturgaiz, es absurdo seguir hablando de Pablo Casado como presidente del PP. Aunque todavía esté, de momento, de la mano de Aznar.

*Funcionario.