WEwl presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall , es partidario de poner límite a la solidaridad entre las comunidades. El miércoles dijo que su comunidad está dispuesta a ser solidaria, pero hasta cierto punto. Y hasta lo calculó: dijo que Cataluña aporta al Estado un billón de pesetas más del que recibe y que se conformaría con que ese balance negativo fuera de la mitad del que dice que es ahora. Maragall, lo que pretende, es romper el sistema de financiación en beneficio propio. Y en perjuicio de regiones como Extremadura. No es la primera vez que defiende estas propuestas y se declara partidario de un modelo que toma como base los territorios en lugar de tomar como base a las personas, que son las que cotizan, y lo hacen en igualdad de condiciones independientemente del lugar donde vivan. La Junta ha contestado a Maragall con dureza pero con justicia, no sólo oponiéndose a sus ideas, sino también criticando que éstas las defienda alguien que se dice socialista y que, por ello, no debería necesitar que nadie le explicara lo que significa la solidaridad y la cohesión social. Ibarra le achaca a su correligionario manifestarse más como nacionalista que como socialista. Y lleva razón. Lo preocupante ahora es si el discurso de Maragall es escuchado en La Moncloa.