TAtndrés Rábago , cuyo dibujo diario es una de las páginas más vistas en la web de El País, ha publicado una antología de su obra, A cada uno lo suyo. Sus oscuras figuras inquietan, pero resulta enorme el talento y compromiso de sus viñetas negras y desoladas. El Roto es demoledor con la monarquía española, "un arcaísmo que ha funcionado porque es un arcaísmo". Aunque no entienda yo que solo por antiguo se haya producido el histórico éxito del Rey, hoy tambaleante, le doy la razón cuando asevera que "La única salida para la monarquía es la decencia". Amiga de la precisión lingüística, copio del Diccionario las tres bellas acepciones de la palabra: --Aseo, compostura y adorno correspondiente a cada persona o cosa. --Recato, honestidad, modestia. --Dignidad en los actos y en las palabras, conforme al estado o calidad de las personas.

Aseo, honestidad, dignidad. ¡Cuánto los necesita la Casa Real! De acuerdo. Mas soy escéptica ante la posibilidad de que tal compendio de virtudes pudiera bastar para salvarla, asunto que dejaré para analistas de mayor enjundia. Y además, ¿acaso es solo nuestra renqueante Jefatura del Estado la necesitada de decencia en estos tiempos más sombríos que las viñetas de El Roto? ¿Qué decir, entonces, del diputado matón del CUP que se encaró con Rato, en el Parlamento --la casa de todos-- catalán, como un siniestro sicario: "¿Tiene usted miedo?" ¿No necesita el hombre y de modo apremiante más dignidad?

¿Qué hay de otro catalán, Tardá , que justifica la amenaza, sandalia incluida, porque Rato ha "jodido" la vida de muchas personas? ¿Cuándo se encaró con los batasunos, íntimos ellos de los que arrancaron de verdad la vida a otros inocentes? ¿No está desesperadamente carente de compostura?

¿Qué opinar, en fin, de los que han convertido Madrid en la capital de la Mierda, por codicia, --las empresas--, salvajismo, --los piquetes-- y dejadez, --el Ayuntamiento--? Acaso no precisan todos de un urgente aseo. Y no digamos jueces, banqueros, periodistas, ministros, rectores, mandamases europeos. ¿Más decencia? Sí. Pero no solo la monarquía.