El número de muertos en Siria ha superado ya los 100.000 desde que se inició el conflicto en marzo del 2011. Mientras muertos y refugiados aumentan, sigue reinando la parálisis sobre qué hacer para detener una guerra que empezó como una revuelta como las que derrocaron a Ben Alí en Túnez y a Hosni Mubarak en Egipto. Si al principio parecía que los rebeldes iban ganado terreno, en las últimas semanas el Ejército de Bachar el Asad ha recuperado posiciones.

En más de una ocasión, desde estas mismas páginas se ha dicho que una solución al conflicto pasa ineludiblemente por Rusia, el gran valedor del régimen sirio. Pero los deseos no configuran la realidad y la falta de solución se reflejó en el encuentro que Barack Obama y Vladimir Putin mantuvieron hace pocos días en un aparte de la cumbre del G-8. Bastaba ver las fotos para saber que allí no había ni diálogo ni posibilidad de alcanzarlo. Es más, Rusia ha lanzado un abierto desafío a Estados Unidos, como demuestra la actuación de Moscú en el caso del filtrador Edward Snowden .

Esta falta de apoyo que encuentra Obama, sumada a la división de la oposición siria y a la dificultad de encontrar buenos interlocutores, invita a la prudencia. Pero también hay otros elementos que inducen a la cautela. Uno de ellos es el cambio de presidente en Irán, país fundamental por el apoyo que da a Asad y a la milicia libanesa Hizbulá, que actúa en territorio sirio con éxito para Damasco. Parece que uno de los objetivos de Hasan Rohani es mejorar las relaciones internacionales. Sin embargo, considerando que Siria es su único país amigo en la zona, cuesta ver cómo podrían cambiar los equilibrios que mantienen con Damasco.

El otro cambio es el registrado en Catar con la abdicación del emir Hamad bin Jalifa al Zani en favor de su hijo Tamin . Los rebeldes sirios han tenido en el pequeño emirato su gran apoyo político y diplomático, pero muy principalmente en ayuda humanitaria y, lo que es todavía más importante, armas. No parece que cambie la política, pero lo que sí está empeorando son las relaciones de Catar con los otros países del Golfo, y eso influirá en el conflicto.

La anunciada conferencia de Ginebra sobre Siria sigue sin tener fecha porque nadie tiene una propuesta imaginativa sobre la que negociar. Mientras, el número de muertos seguirá creciendo.