Profesor de la Laboral de Cáceres

Leo en la prensa que un matemático de la Universidad de Washington ha descubierto la fórmula del matrimonio feliz. Y uno, a quien el descubrimiento le afecta más por lo de las matemáticas que por lo del matrimonio, se queda con la boca abierta. Mira que en las facultades de lo que antes llamábamos ciencias exactas se estudian cosas raras: axiomas y lemas, teoremas y corolarios, pero lo de la fórmula del matrimonio feliz es algo que ni en los más modernos de los planes de estudio figuraba. Quizás por su extremada dificultad... Tendré que consultar a los colegas que se dedican a la investigación, a ver si ellos habían intuido algo semejante. La formulita en cuestión, de confirmarse su validez, va a condenar al ostracismo al hasta ahora más famoso de los teoremas, el de Pitágoras, sabio griego que, por cierto, aún debe de estar removiéndose en su tumba desde que interrumpiera su eterno descanso cierto alcalde extremeño que quiso sustituir el nombre de una calle a él dedicada por el de un amiguete de su partido que en aquellos días pasaba por un mal trago.

El caso es que habrá que esperar a que nos lleguen las revistas especializadas para saber en qué consiste tan extraordinaria fórmula. ¿Será más complicada que la de la ecuación de segundo grado? Tratándose de un asunto científico, podríamos aventurarnos a establecer hipótesis:

Primera hipótesis: La fórmula consiste en que siendo x el amor que el marido siente por su mujer, y el que la mujer siente por el marido y z la suma de los que cada uno de ellos sienten por sus respectivos amantes, suceda que la suma de x e y sea mayor que z . Parece una fórmula bastante razonable, pero difícil de aplicar en la mayoría de los casos, donde el cálculo del valor de z será harto complicado, más aún si consideramos que es suma de incógnitas.

Segunda hipótesis: La fórmula del matrimonio feliz consistiría en que el logaritmo de la raíz cuadrada del tiempo que dura el amor tenga por límite infinito. Pero, claro, esto no es una fórmula que haya que demostrar. Es una perogrullada: un axioma, o enunciado cuya certeza nadie discute. Otra cosa sería si tuviéramos que definir la variable amor , pero eso lo dejamos al criterio del lector.

Tercera hipótesis (sólo válida para matrimonios por la iglesia): Todo irá sobre ruedas si siendo x el tiempo diario durante el cual ambos cónyuges rezan el rosario e y el que dedican a otros menesteres conyugales, suceda que la diferencia entre x e y sea positiva. La demostración en este caso es innecesaria, pues en el supuesto en el que ahora estamos los enunciados no la precisan. En todo caso, podríamos citar a favor de esta posibilidad lo que años ha dijera el famoso padre Payton, actualmente en proceso de beatificación: "La familia que reza unida, permanece unida". Esta fórmula es, a mi juicio, la que más visos de verosimilitud tiene, aun a costa de poderse aplicar solamente a un subconjunto del total de afectados.

Y así podríamos seguir casi indefinidamente. En cualquier caso, es de esperar que las autoridades distribuyan por todos los hogares folletos divulgativos de la fórmula para mayor felicidad de la ciudadanía. Mira que si con lo que ha descubierto este hombre vuelven a ponerse de moda los cursillos prematrimoniales...