Aviso: este artículo forma parte de una campaña de promoción de los estudios de Matemáticas, a la que espero que se unan otras voces.

Cuando yo estudiaba Matemáticas en la Universidad Complutense, entre los años 60 y 65 (del pasado siglo, claro), la ciencia de moda era la Física. Hacía poco que había muerto Einstein y todos los chavales queríamos hacer bombas atómicas, no para matar a nadie, naturalmente, sino porque el asunto era de lo más moderno y avanzado. Rodríguez de la Fuente todavía no salía en la tele, que era un aparato que tenían nuestros amigos más pudientes, y lo de la doble hélice ni nos sonaba. De resultas, en el segundo curso de las titulaciones de la Facultad de Ciencias de Madrid había más de 200 estudiantes de Físicas, unos 50 de Matemáticas y poco más de 20 de Biológicas. Químicas andaba, más o menos, como Físicas.

Matemáticas solo podía estudiarse en Barcelona, Madrid y Zaragoza, aunque, por entonces, se fueron estableciendo estos estudios en Santiago, Valladolid, Granada, Sevilla,... Un compañero mío juraba y perjuraba que en toda su provincia (de un millón de habitantes actualmente) no había ni un solo licenciado en Matemáticas, o sea que él aspiraba a ser el primero. Algo parecido a lo de Matemáticas ocurría con Biológicas. Por cierto, he dado las cifras aproximadas de estudiantes de los segundos cursos porque el primero era común a todas las titulaciones de Ciencias, incluidas Medicina, Farmacia y las ingenierías, lo cual nos permitía elegir la carrera concreta después de pasar un año dentro de la Universidad y de haber aprobado todas las asignaturas del susodicho curso, es decir más a sabiendas de lo que hacíamos que los pobres jóvenes de ahora, que se ven obligados a elegir medio a ciegas. Soy poco dado a las añoranzas y un convencido de que la Universidad de ahora (como tantas otras cosas) es mejor que la de entonces, pero nunca he dejado de echar de menos, por la razón que ya he dado, ese primer curso común que tenía como asignaturas Biología, Física, Geología, Matemáticas y Química.

XPOCOS AÑOSx después de mi período estudiantil el Ministerio de Educación hizo público un estudio sobre las necesidades futuras de titulados del que solo recuerdo un par de datos. El primero, que debía multiplicarse por diez el número de biólogos, el segundo, que debía multiplicarse por ocho el número de matemáticos.

Era un estudio en el que el ministerio se mojaba , es decir, un verdadero estudio en el que llegaban a decir cosas tan claras como las cifras citadas, que salían en la prensa y todos tuvimos ocasión de leer. Lo que ya no recuerdo (ni falta que hace) es si el estudio también se entretendría hablando del sexo de los ángeles, cosa sumamente habitual en tantos deletéreos pseudoestudios sobre estos temas.

Pues bien, pasados los años la ciencia de moda vino a ser, creo que con razón, la Biología. Todos los chavales querían hacer ingeniería genética, o dedicarse a la salvaguarda del lince ibérico, cuando no (esto es de hoy mismo) a paliar los efectos sobre la vida del cambio climático. Y la Biología, en Ciencias, acabó tomando el lugar que había tenido la Física (y recíprocamente). Químicas, la más antigua, en general, entre las titulaciones clásicas de las facultades de Ciencias, siempre se mantuvo bien.

Soy consciente de que las Matemáticas, con lo áridas que les resultan a no pocos, tienen difícil llegar a ser algún día la ciencia de moda. Pero los gobernantes de todos los colores no han dejado de pensar que su presencia en la ESO y el bachillerato debe ser (junto con la Lengua) preponderante. Y no creo que sea por el deseo de hacer sufrir a los jóvenes. Más bien pienso que, siendo tantos los gobernantes que dicen, o callan, lo que padecieron con las presuntamente odiosas Matemática y Gramática, su reiterado comportamiento en este tema es encomiable y altruista. Por lo menos (y no me digan que no merece resaltarse) es uno de los escasos temas en los que unos y otros no se sacan los ojos mientras se dicen y tú más (si la cosa es mala), yo lo contrario (si la cosa es opinable), o me lo has copiado (si la cosa es buena).

Durante muchos años los estudios de Matemáticas pasaron buenos momentos, posiblemente fruto todavía de los ecos del estudio ministerial antes citado (los ecos sociales son largos e inerciales). En Extremadura llegamos a tener más de cien estudiantes en primero, para luego decaer y llegar a estar ahora con unos veinte matriculados en primero (menos de diez no repetidores) y escasos diez licenciados al año. Incluso hay universidades, de las veinte que imparten ahora estos estudios en España, que no llegan a diez matriculados en primer curso.

Mientras tanto, la Junta viene convocando, cada dos años, unas 70 plazas de profesor de Matemáticas de Secundaria, y se encuentra a día de hoy con que hasta la lista de reserva para huecos y sustituciones de forma interina está vacía (¿quiénes serán los que opositen a las presumiblemente 70 plazas del año próximo?, ¿llegarán a 20 los que sean matemáticos?). Más aún, según me han comentado fuentes fidedignas, cuando llaman a otras autonomías para pedir personas de sus listas e invitarlas a cubrir nuestras vacantes, las respuestas que reciben es que ellos también tienen las listas vacías, o con tan pocas personas que se las guardan para ellos.

*Catedrático de Matemáticas de la Universidad de Extremadura