Cuando he vuelto de vacaciones a primeros de este mes, me he encontrado con dos agradables noticias para las personas discapacitadas de Mérida: una, que el Salón de Plenos del Ayuntamiento y el despacho del alcalde ¡son ya accesibles! para todos los ciudadanos de Mérida, y otra que varios taxis adaptados se han incorporado al servicio en nuestra ciudad. Son dos buenas noticias y la primera de ellas especialmente grata para mí. Allá por 1995 tuve el inmenso honor de ser elegido concejal del Ayuntamiento de Mérida y el primer gran problema que tuve a la hora de desempeñar mi función fue encontrarme con que el salón de plenos y la alcaldía no eran accesibles para las sillas de ruedas. A aquello se le dio la solución que dijeron ¡provisional!, de conectar la parte nueva del ayuntamiento con su zona noble mediante unas rampas de quita y pon fabricadas al efecto para que yo pudiera ejercer la misión para la que había sido elegido. Las rampas, brillantes obras de artesanía, elaboradas con mimo, he de decirlo en justicia, por los operarios de los servicios de mantenimiento municipales, fueron dotadas de todas las medidas de seguridad posibles (piso antideslizante, rebordes, barandilla...), pero las pendientes eran tan fuertes por la insuficiencia de espacio que en ellas me jugué el físico durante los cuatro años de la legislatura, siempre ayudado, eso indispensablemente, por mi esposa, funcionarios y/o compañeros de corporación de cualquier grupo político, eso también debo decirlo.

Hoy, catorce años después, aquella provisionalidad ha sido superada y el corazón democrático y participativo del ayuntamiento, su salón de plenos, es accesible para todos de forma autónoma y segura. Y esto es un símbolo de gran valor para aquellos que día a día venimos luchando por el ejercicio real de la democracia y la integración social efectiva de todos los ciudadanos. Por todo esto, creo que el curso empieza bien para la democracia en general y para las personas discapacitadas en general y ojalá que el ayuntamiento persevere en el cumplimiento de las normas y leyes de accesibilidad, porque tarea tiene mucha por delante.

Adolfo Ledesma Muñoz-Redondo **

Mérida