El 10 de noviembre de 1619, René Descartes, según propia declaración, descubrió los principios de una nueva filosofía que le permitió superar el escepticismo en el que se encontraba; hoy la conocemos con el nombre de Racionalismo y supuso el inicio del pensamiento moderno. Justo 400 años después, en la efeméride de ese acontecimiento fundamental en la historia de la cultura europea, España celebrará las cuartas elecciones generales en cuatro años para intentar salir de una vez del estancamiento político. En cierto modo, nos hallamos en una situación análoga a la de Descartes: necesitamos encontrar un punto de apoyo o principio firme a partir del cual dejar atrás la incertidumbre y poder avanzar. El filosófo francés consiguió aclarar su mente individual por medio de un método basado en el uso correcto de la razón sin apasionamientos ni prejuicios; en la política actual, donde el sujeto es plural y colectivo, el procedimiento equivalente no puede ser sino el diálogo (en griego, literalmente: «por medio»-diá- de un «lenguaje racional»- lógos-) a través del cual llegar a acuerdos que permitan articular un gobierno estable. Tener altura de miras para lograrlo es necesario por el interés general y el bien común, pero también para superar el descrédito en que ha caído la política profesional en nuestro país: habría que aprovechar la coincidencia de fechas y racionalizar más la forma de pensar, de hablar y de actuar.