T¡Qtuién nos iba a decir a nosotros, los extremeños, hace treinta o cuarenta años, que iríamos a ser receptores de emigrantes de otras zonas y países! Nosotros, que en los años sesenta y principios de los setenta del siglo XX perdimos, en una auténtica hemorragia migratoria, casi al cuarenta por ciento de nuestra población, precisamente la más dinámica, la que podía competir en los trabajos duros que se nos ofrecían fuera.

En aquellos años, nuestros pueblos y pequeñas ciudades se vaciaban de trabajadores que, una vez encontrado acomodo en Madrid, Barcelona, Bilbao... Francia, Alemania, Suiza..., arrastraban a sus familiares, amigos, conocidos, por la necesidad de un trabajo que aquí se les negaba u ofrecían en unas condiciones de miseria. Y de no mediar la crisis económica mundial de 1973, a saber a dónde hubiera llegado el traumático éxodo...

Luego vino un compás de espera , y con nuestra ilusión y el trabajo del autogobierno autonómico, pudieron remediarse las descompensaciones históricas que nos fueron tan adversas; llegamos incluso a tener algún ligero síntoma de retornos que nos llenó de alegría.

Así pasaron los años ochenta y noventa, hasta que a finales de siglo, y más en estos primeros años del siglo XXI, estamos contemplando la otra cara del espejo .

Nuestros pueblos y ciudades acogen trabajadores, familias venidas de países vecinos, como Marruecos y Portugal, o de puntos distantes, como Centroáfrica o Europa del Este, e incluso remotos, como del Lejano Oriente o Suramérica, donde ya hace un siglo acogieron con tanto calor a muchos de nuestros abuelos.

Así es la historia de los movimientos migratorios. Un flujo y reflujo, en el que unas veces estás en la cresta de la ola y otras arrastrado por ella hasta playas a menudo hostiles. ¡Cómo necesitamos reflexionar sobre nuestra propia odisea, para que ni atraigamos con falsos cantos de sirena a la condenación de las explotaciones ni nos envilezcamos mirando como harapiento y molesto al viajero, que en el fondo regresa de las derrotas trayendo un hilo de esperanza en su fatiga!

*Historiador