TEtxiste algún país que no esté sometido al férreo control monetario de un Banco Central? ¿Qué no cuente con un sistema en el que los tipos de interés sean marcados por autoridades? ¿En el que el estado no garantice ni depósitos ni entidades? ¿En el cual los bancos compitan en condiciones de mercado y que, pese a no tener auxilio público alguno, no haya habido quiebras en los últimos veinte años? Y, todo ello, claro, sin que su entramado económico penda continuamente de un hilo y sea estable económicamente. Pues sí, lo hay. De hecho, el título da una pista (del tamaño de una de despegue).

Vale, me dirán... pero lo que has apuntado arriba sólo afecta al sistema financiero, parte pero no el "todo", y nada se dice del estado de las cuentas públicas. Pues Panamá vuelve a crecer este año 2013 por encima del año anterior, en el que pegó un "bajón" en su economía pública. Esa "bajada" sitúo el crecimiento siempre en todo caso por encima del 9%. De hecho, desde la ya lejana invasión norteamericana de 1989, Panamá no ha sufrido una sola recesión.

XY PARAx poner eso en perspectiva, nada mejor que ver los picos negativos de los ciclos económicos habidos desde entonces: la crisis del petróleo de 1992-1993 (que provocó dos devaluaciones de la peseta aquí), el estallido de la burbuja de las tecnocom, o el ajuste negativo que siguió a la caída de las Torres Gemelas del World Trade Center. Y la actual crisis, que ha asolado economías en los cinco continentes, no ha pasado de molesto incordio tangencial en el istmo, dejando en 2009 un crecimiento anual mínimo en la década del 2,9%... por el que aquí suspiraríamos.

Ya, pero seguro que eso implica un estado capitidisminuido que no invierte en el desarrollo del país. O, por el contrario, que ha hecho un enorme esfuerzo de creación de "estructuras" y corre un enorme riesgo (casi moral, poniendo a su población en el trance de sostener con impuestos su gasto desmedido). Pues... tampoco.

XLA RENTAx pér cápita del país se acerca a la media europea, y supera con mucho la de su continente. El sistema de seguridad social da cobertura a más del 85% de la población (si bien, claro, no tiene los estándares de calidad españoles). Y el culmen: su deuda pública está ahora en el 42,55% del PIB. Y se ha visto reducida en más de 15 puntos en- ¡menos de diez años! El ratio deuda por habitante en España es de más de 20.000 euros, que "debe" cada español, frente a los algo menos de 3000 euros cada ciudadano panameño.

No sigo con los números, ratios y porcentajes, que imagino que ya se hacen una idea del camino por el que les quiero llevar. Esto, ahora, que nos acercamos a la época navideña, es un auténtico milagro en la calle 42. De Panamá City. Si funciona (que lo hace) y si las perspectivas son aún de mejora (que lo son), sólo nos queda por tanto replicar su modelo. ¿No?

Los números son por naturaleza fríos e implacables. Son, por definición, datos puramente objetivos. No te guiñan un ojo, son poco zalameros. Lo que no quiere decir, ni de lejos, que no sean maleables ni manipulables. Claro que lo son. Y más aún por quién sabe leerlos (y "abusarlos").

Fíjense: las distintas agencias de calificación (Moody's, Fitch, S&P) mantienen a Panamá como bono cuasi basura. Uhm, aquí hay truco. Pero no lo hay. Es más sencillo. Panamá se ha beneficiado históricamente del poder de atracción del Canal... y de cómo ello traía por sistema a empresas extranjeras. A las que les puso alfombra roja, sumándole un sistema bancario opaco, una fiscalidad irrisoria y la capacidad de creación de sociedades con "velo".

Por todo, los ingresos fiscales son muy bajos, la inflación usualmente más alta que la media europea, y es complicado conocer el verdadero volumen de la economía si descuentas el sistema financiero (prácticamente están establecidos allí todos los grandes bancos a nivel mundial). Las características de un país que fue paraíso fiscal (ya no lo es a efectos patrios, tiene firmado convenio con España) y que se beneficia de un enorme flujo de capitales como centro financiero.

Es difícil replicar el modelo panameño en países que no cumplen determinadas características. Lo que sin embargo no oculta que hay elementos que hubieran sido (o podrán ser) muy útiles en España y Europa. Como una desregularización que afecte al sistema fiscal y bancario (ojo, no ausencia de control), mayor libertad para inversores y menores cargas fiscales. O dejar de asumir deuda privada por el tan manoseado riesgo sistémico. Pero milagros, no hay. No los busquen en el árbol. Allí lo que habrá, espero, son regalos...