De la expresión «esto vale una mina» cabe deducir que debe valer mucho, sea de lo que sea. Pero si la mina es de litio y está en Cáceres no sólo no vale nada, sino que además está cargada de inconvenientes.

Cerca de Cáceres puede haber un yacimiento de litio de proporciones más que considerables y determinadas empresas están interesadas en su explotación por ser el litio el mineral del futuro, el llamado «oro blanco» y las alarmas han saltado para prevenir los nocivos efectos que tal explotación traería consigo sobre la fauna, la flora, el agua, el aire y la especie humana (es decir, sobre todo) y presuponiendo que las pocas ventajas que implica no repercutirán sobre Cáceres.

Lo cierto es que, siendo medianamente racional, no cabe pensar que algo sea absolutamente bueno o absolutamente malo. Cualquier cosa tiene ventajas e inconvenientes y es perfectamente posible que las administraciones públicas no se limiten a decir sí o no, sino que impongan las condiciones necesarias para que las ventajas se optimicen y se minimicen los inconvenientes y es perfectamente posible que puede y debe exigirse que los puestos de trabajo, los valores añadidos, las industrias complementarias que se generen y demás ventajas repercutan directamente en Cáceres y su entorno.

No podemos convertirnos en apóstoles del catastrofismo difundiendo mensajes de desastres sin límites y vendiendo la idea de que los grandes capitalistas de siempre vienen a aprovecharse de nosotros y nuestros recursos y a dejarnos explotados y sin nada que nos compense, porque ese mensaje ya está excesivamente «explotado» y eso sólo sucederá si se lo consentimos.

Si esto no se consiente, que se abra la mina, en caso contrario; pues que no se abra. Pero todo ello desde la racionalidad y no desde la visceralidad.

Que Salvemos la Montaña está muy bien; pero estará mejor que Salvemos Cáceres y que la salvemos del desempleo, el subdesarrollo y la miseria y esa salvación pasa por la industria y la inversión que son los motores del progreso.

Es posible que el conservacionismo a ultranza consiga mantener un medio ambiente maravilloso; pero también lo es que no podamos disfrutar de él ni nosotros ni nuestros hijos porque haya que emigrar a otras tierras para ganarse la vida.

El tiempo dirá si «esto vale una mina».