Quiero recordar que el escritor Javier Marías dijo en una ocasión que hay épocas en las que a los articulistas se les amontona el trabajo porque fluyen muchas noticias todos los días que se merecen, cuando menos, un ligero análisis. Ocurre más, sin duda, cuando se acercan elecciones generales. Es raro el día que no hay algo de que hablar o escribir, aunque no sirva ello de mucho si quien lo hace es una persona de la calle, que sólo puede aportar una modesta opinión, en lugar de un escritor y articulista. No tengo duda, en cualquier caso, de que a los políticos, que son seres radicalmente insensibles, les pueda afectar algo, lo diga quien diga, que no esté relacionado con sus emolumentos o su cargo.

En los últimos días se está hablando mucho del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), porque, aún a pesar de que, según parece, no llegan a 150.000 las personas que lo perciben, es la cadena de transmisión que hace andar a los demás salarios.

Pero en España debe de estar el aceite muy caro porque esa cadena se engrasa poco y tarde, lo cual dificulta, obviamente, su normal funcionamiento. Y eso explica que el partido político que gobierna actualmente, que, dicho sea de paso, lleva en sus siglas la O de obrero (imagínense los otros), ofrezca, si gana de nuevo, llegar a la, ahora ya, mísera cantidad de 800 euros de SMI en el transcurso de los cuatro próximos años. De modo que, a razón de unos 200 euros cada cuatro años, los pobres jornaleros, serán mileuristas, aproximadamente, en el año ¡2016!

Para entonces ya no seremos la octava potencia económica mundial, sino, quizás, la quinta o la cuarta, pero el SMI, a ese paso, seguirá siendo ¡inaudito! Y el resto de los salarios para la mayoría de los trabajadores, consecuentemente, de los más bajos de la UE. Suponiendo, claro está, que no nos alcancen en ese tiempo Grecia y Portugal y pasemos a ser ¡los últimos!

Angel Morillo Triviño **

Castuera