Escritor

El asesinato de Cristo ya no es un misterio, fue una chapuza que ha desembocado en un gran fervor religioso, pero no porque se esté en contra de ese asesinato, sino porque gracias a Dios a él se llora y acuden corporaciones locales bajo maza, que no hay ninguna noticia que asegure haber visto llorar a Monterde. Con anterioridad hay celebraciones de oferta turística en la que se da un recorrido por las distintas caídas de Cristo, todas ellas bajo la atenta mirada de un turista que inmortaliza las caídas.

¿Cuándo tendremos de mantenedor de una Semana Santa al director del diario Hoy, que todavía no se ha estrenado de pluma, ni su director general...? Aquí, don Julián, ya sabemos cómo pajea, pero en el Hoy se marchó Ruiz de Gopegui y la gente lo que mira ahora son las esquelas, que es el motivo fundamental de comprarlo. Mi abuela se las leía de cabo a rabo. Bien es verdad que para esquelas las de los portugueses y catalanes. Una buena esquela de futuro será la de Arenas Bocanegra, que si fuera sincera tendría que decir: "Murió tratando de amargar la vida a una de las dos Españas". Qué hombre este Arenas Bocanegra.

Dedico el Viernes Santo a Simone de Beauvoir y a Sartre, que se amargaron la vida hasta la extenuación. Después releo a Althusser, que asesinó a su esposa en plena degeneración cerebral. Y a Rumsfeld, el jefe del Pentágono. ¿Por dónde le dará a éste después de la estela de fuego y sangre que ha dejado en Irak, que por cierto, hasta los árabes están contentos?

Europa, ya se sabe, hasta ha hecho las paces con Aznar. Evidentemente, yo me contentaría con que el próximo jefe del gobierno de España no nos amargara más la vida. Aznar no nos ha dado tregua. Su voz, su gesto de cavernícola con fijador y raya en el pelo, va a ser difícil olvidarse de ella. Claro que dónde me dejan la de Rato, o la de Mayor Oreja, que se duerme hablando. Por favor, que nos hable Trinidad Jiménez.

Estamos a un mes de las elecciones y los misterios nos llenan de temores. Por todas partes, además. Sólo la primavera ha decidido llenar de verdes nuestras vidas, hasta que vuelvan Saponi o Celdrán, con los que llegará el verano. Y las elecciones siguen sin tener un patrón, o mejor, un santo en buenas condiciones. Y vuelve Martín Tamayo.