WEwl Estado yugoslavo desaparece del todo con la restauración de la independencia de Montenegro, el pequeño país multiétnico unido al reino de los serbios después de ser una república reconocida desde 1878. La UE, cuyas vacilaciones tanto contribuyeron a las guerras de 1991, aparece ahora como la garante de la independencia de Montenegro, por marcar las condiciones del referendo y asegurar indirectamente que la separación de Serbia entrañaría la integración europea y la prosperidad. Aunque el referendo cambiará pocas cosas, la destrucción completa de Yugoslavia reaviva los demonios de los Balcanes y los problemas pendientes, ya sea Bosnia-Herzegovina, Kosovo, el precario equilibrio en Macedonia o la suerte de una Serbia exangüe. La UE tendrá que demostrar cordura e imaginación para superar la contradicción de patrocinar la secesión de Montenegro y blindar la unidad artificial de Bosnia. Si crear estados étnicamente homogéneos es imposible en los Balcanes, la aparente solución de un problema desencadena otros similares. El desgarrado Montenegro, según se desprende del referendo, deviene un protectorado europeo justo cuando los gobiernos de la UE disputan agriamente sobre la admisión de nuevos socios.