El presidente de la Federación Española de Fútbol vino ayer a Mérida para suscribir un convenio con el presidente de la Junta por el que hasta el año 2014 se construirán 23 campos de césped artificial (13 de fútbol 7 y los diez restantes de fútbol 1), que se unirán a los 13 ya construidos. El convenio es un paso importante en la mejora de la calidad de las instalaciones en las que se juega al fútbol base en nuestra comunidad, la mayoría de las cuales de tierra. No obstante, la declaración más llamativa y la que seguramente atrae más la atención es que Villar dijera que Badajoz tendrá muchas posibilidades de ser sede mundialista si la FIFA aprueba el proyecto conjunto España-Portugal del Mundial- 2018, para lo cual habría que acometer la ampliación del Nuevo Vivero.

Extremadura --en este caso Badajoz-- no debería quedar fuera de la organización de ese Mundial si son los dos países los que la ganan. Aunque solo fuera porque quizás no hay ninguna comunidad que abandere con tanto convencimiento el espíritu ibérico como ésta. Pero el gran árbol de ese evento planetario no debería oscurecer este otro más pequeño de los 23 campos de césped artificial en los que seguirían jugando miles de niños extremeños cuando las luces del Mundial se hubieran apagado.