La otra noche, tras el atentado en Berlín, leía la frase: «El mundo está en horas bajas». Quien verbalizaba la expresión vivía en la España de 1957 y con ella pormenorizaba la crisis mundial latente de aquel momento, pero, en realidad, ahora también sirve para describir la situación actual que sufrimos los ciudadanos de este mundo: guerras sin cuartel, pobreza, paro, xenofobia, homofobia, violencia de género y un sinfín de penurias que todos conocemos y en las que no siempre nos implicamos (de hecho, miramos hacia otro lado).

Los españoles somos expertos en acciones terroristas. Durante años nos hemos levantado día sí y día también con el sonido de las bombas. El pánico se apoderaba de nosotros, pero seguíamos confiando en la Guardia Civil y en la Policía Nacional, y nuestras vidas proseguían su devenir, salvo la de aquellas familias que soportaban los estragos de la banda terrorista ETA.

Desde aquí, mi solidaridad con aquellos que ahora también padecen la devastación de la sinrazón.