A cinco días --seis, contando hoy-- de las elecciones municipales, autonómicas y europeas, el interés de los resultados está en las municipales, es decir, en quiénes serán alcaldes y concejales, y en quiénes no lo serán. Los resultados de las autonómicas y las europeas, con ser importantes, son más o menos previsibles: así, en los parlamentos autonómicos gobernarán quienes ya gobiernan (muy mal lo tendrían que haber hecho, si no) y en el parlamento europeo siempre ha habido sitio para todos, al margen del número de parlamentarios que cada partido ponga en Bruselas, cual pica en Flandes.

Distinto es lo que sucede en los municipios, donde las elecciones las deciden nombres y no ideologías. Madrid, por ejemplo. ¿Prima más Manuela Carmena o prima más la formación que ella encabeza, llamada Más Madrid? Quien vote el domingo a Más Madrid votará a Carmena. Valga otro ejemplo, en este caso Portezuelo (Cáceres), que es de pocos habitantes. ¿A quiénes van a votar los ciudadanos? No al PP, sino a quien ha gestionado el municipio durante los últimos años, María de los Ángeles Lancho Ginés, o a quien pueda gestionarlo a partir del domingo, que no sería el PSOE, sino Ángel Iglesias Gómez. Y los ejemplos se multiplican: tantos ejemplos como municipios. Los votantes, cuando votan por su ciudad o su pueblo, no votan a políticos. Votan nombres. Es decir, no hay partidos. Cuando se trata de elecciones municipales, los partidos desaparecen, porque importan los gestores, no las ideologías.

Es indiferente el partido, son indiferentes las siglas, siempre que quien obtenga los votos para gobernar sepa gestionar los suministros de agua y luz, los servicios de limpieza, las prestaciones sanitarias y sociales, etcétera, que no son ni de derechas ni de izquierdas, sino de prioridad. Quien gobierna un municipio se cruza cada día --es un decir, claro-- con los gobernados, a diferencia de un presidente autonómico, un parlamentario europeo o el presidente del Gobierno. De ahí que parezca razonable que los gestores municipales se desvinculen de sus partidos, porque la responsabilidad de la gestión es suya, no del partido.