Soy policía, del Cuerpo Nacional de Policía, aunque la categoría administrativa no importa; es solo para Interior. Policía es lo importante, pues al policía le otorga una Ley Orgánica la defensa y garantía de los derechos fundamentales de los ciudadanos. Soy un eslabón de esa cadena de seguridad, prevención y protección a mujeres víctimas de violencia de género.

Sientes una gran impotencia cuando estando todos los protocolos de actuación completamente engranados, surge en la mente humana ese instinto depredador, carente de toda lógica, que hace saltar por los aires todas las medidas de seguridad. Por ello hay veces que se hacen análisis de situaciones erróneos, por falta de información.

Pero no voy hablar de Policía ni de seguridad. No, voy a hablar de Nadia, una mujer nacida en otro continente y, asesinada en Europa, concretamente, en Badajoz (España). Nadia, nunca ha sido más oportuno que hoy matizar el sentido que conviene dar a la palabra Libertad. Hablamos en varias ocasiones de su significado, era tan importante para ti, se trataba de la humildad humana en las relaciones sociales, cuando la evocabas, las lágrimas llegaban a tus ojos y la opresión de tu corazón no las dejaba salir, mostrabas el miedo de lo infinito y la admiración por la naturaleza viva. A pesar de tu alma rota, sentías la necesidad de no decir adiós a tus sueños, a todos esos sueños que tanto anhelabas. Mantenías ese don de dignidad, a pesar de las circunstancias tan adversas, que solamente tienen las personas que están dispuestas a dar sin esperar nada a cambio.

Noté los sentimientos de preocupación por tu pequeña, esa niña, que dirá, ¡Que buena es mi madre! La abrazo con una inmensa alegría; toda la grandeza de su alma está en su bondad; ella tiene para mi corazón la suavidad de una almohada para la frente. Ella no se siente, cede y nos sirve de apoyo, es todo cariño. A la sociedad le diría: Nos dejamos llevar por las olas, conformándonos con evitar que se ahogue nuestro orgullo; pero no se nos ocurre conducirlas valientemente hasta la roca donde nos encontraríamos al refugio del peligro.

Deciros que mientras no seamos capaces de erradicar esta violencia, no podremos decir que vivimos en una sociedad en libertad.

Nadia, para mí ha sido un honor conocerte.