WEwl día siguiente --ayer-- a la bronca que tuvo lugar el jueves en la Asamblea no trajo la tranquilidad a los responsables políticos extremeños. Se sucedieron las manifestaciones y cada partido, PSOE, PP e IU, volvió a opinar sobre lo sucedido en el hemiciclo, y a atacar al adversario. Todos, sin embargo, coincidieron en algo: en la ausencia de autocrítica. A la vista de sus declaraciones, el espectáculo vivido en el Parlamento regional parece como si hubiera sido obra de alguien ajeno al mismo: no tiene padre, nadie se hace responsable. Sin embargo, si ayer algún político extremeño sale a los medios de comunicación y dice, sencillamente, dos palabras: "Me equivoqué", ese político se hubiese ganado el crédito ciudadano, hubiese honrado al Parlamento y redimido la figura del representante público, mancillada el día anterior. Pero a la vista de lo ocurrido ayer, cuando ya cabía esperar que se habían apagado los acaloramientos y la reflexión debiera abrirse paso, es descorazonador comprobar que ningún parlamentario sea capaz de admitir que tal vez le cupo alguna parte de responsabilidad en el espectáculo. La democracia es el único sistema político que reconoce que la razón puede estar en el otro. Cuesta creer que, tras más de 25 años de ejercicio, todavía resulte extraño un concepto tan sencillo.