Me van a perdonar lo agrio de la columna. Pero este fin de semana, no me salen las letras dulces. Uno es humano, y, al ponerse en la piel del otro, en ocasiones se sufren como propios los violentos envites de cierta escoria inmunda hacia personas y valores que encarnan lo mejor de nuestro ser como nación.

Esta semana, por desgracia, ha habido ocasión para comprobarlo. Y tuvieron que ser dos mujeres ejemplares las que diesen la voz de alarma. Dos víctimas del terrorismo, las que señalaran la ignominia que se iba a producir.

Dos valientes defensoras de nuestras libertades y de la democracia, las que nos advirtieran sobre el acto miserable que iba a tener lugar. Tuvieron que ser dos políticas, que encarnan lo mejor de los valores de la derecha y la izquierda de este país, las que denunciaran que Otegi , ese ejemplar de la bazofia etarra, había sido invitado por un grupo parlamentario, en el que se integran IU y Podemos, para que su voz se escuchase en las instituciones europeas.

Tuvieron que ser Teresa Jiménez Becerril y Maite Pagazaurtundúa , esas dos almas golpeadas por el terror, quienes clamaran para que la sociedad viese lo que iba a ocurrir, para que se escuchase con más fuerza el silencio reprobatorio de las víctimas frente a la voz criminal de los verdugos. Pero, gracias a Podemos e IU, se pudo oír la voz de Otegi , ese criminal al que algunos se empeñan en blanquear a través de los discursos alambicados o la interlocución directa con millones de espectadores.

Y LO MAS TRISTE e indignante es que Podemos e IU no entiendan, aun a estas alturas que Otegi no es voz autorizada para hablar de nada que no tenga que ver con el secuestro o el asesinato. Porque de esos dos tipos de crímenes podría impartir lecciones en las escuelas criminales de todo el mundo. Pero de libertad, paz y democracia, no. Porque ha sido miembro de ETA, porque ha participado en la ejecución de varios secuestros, y porque ha enaltecido y justificado cientos de asesinatos. Y no es admisible, bajo ningún concepto, que una institución democrática, como el Parlamento Europeo, ofrezca un atril y un micrófono a la morralla criminal que continúa defendiendo y amparando a los asesinos mientras se cisca en la memoria de la víctimas. Podemos e IU lo han hecho posible. Han confluido en la abyección. Y nos han provocado una náusea difícil de olvidar.