Sacerdote

Si Jesucristo levantara la cabeza y viera el belén que montamos todos los años para celebrar su cumpleaños, probablemente volvería a morirse, pero de vergüenza. Celebramos al dios de regalos, de fiestas, comilonas. Convulsivamente hacemos regalos ostentosos o de pacotilla para quedar bien, para salir del paso, para adular y muchas veces para sobornar sinuosamente.

Pero lo peor es que todo está organizado de tal manera, que parece que en estas fechas las personas somos más solidarias y más alegres. Tanta solidaridad en estas fechas me mosquea . Dudo de que seamos tan solidarios como los medios de comunicación nos aseguran.

En Navidad vivimos un auténtico espectáculo de la solidaridad. Se montan auténticos espectáculos televisivos a cuenta de la solidaridad. Se convierten en una compra venta de productos, de siglas, de marcas... En estas fechas la solidaridad es como un virus que lo sufrimos unos días y luego te medicas, lo eliminamos y seguimos como antes. No es solidario todo lo que reluce, ni sensibilización todo lo que nos cuenta, vivimos mucha blandosolidaridad .

La solidaridad no es sólo cuestión de dar dinero, hay que aprender a vivir en lo cotidiano con los ojos bien abiertos y los oídos antentos; hay que mirar con el corazón . La solidaridad es sensibilización, pero también búsqueda de información y ejercicio de comprensión de lo que ocurre, sin conformarnos con lo que nos cuenta el último telenoticias.

Vivimos la Navidad de la showlidaridad o blandosolidad, no la Navidad del amor, la ternura, la alegría, la familia y de la verdadera solidaridad. Cambiemos nuestras navidades aberrantes y publicitarias.