José Melero

Psicopedagogo

JUAN CARLOS I ABANDONA ESPAÑA

Felipe VI, en su primer discurso de Navidad, fue muy explícito y contundente: «Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse».

Esas palabras han sido ultrajadas por su padre, el rey emérito Juan Carlos I, por haber sido acusado de comisiones irregulares cobradas en la construcción del Ave a la Meca. Felipe VI, dando por buenas esas acusaciones, renunció a la herencia de origen oscuro de su padre y le retiró la asignación. Ahora, el rey emérito ha decidido dejar el país. Pedro Sánchez, por su parte, desea reabrir el debate sobre la inviolabilidad del jefe del Estado, que impide investigar judicialmente cualquier actividad pública o privada del monarca mientras ocupe el trono. Su planteamiento consiste en que el aforamiento de los cargos públicos se limite solo a actividades relacionadas con el ejercicio del cargo, y no a las de carácter privado, y que lo mismo se aplique al Rey.

Todo indica que la Monarquía española ha perdido credibilidad por tantos socavones acumulados y se encuentra en una situación inestable que permite predecir su posible caída. Creo que por dignidad democrática debería celebrarse un referéndum para que todos decidamos el modelo de Estado que preferimos: monarquía o república.