Aunque la crisis ha causado el cierre de muchas empresas, hay negocios que funcionan. Este año se han celebrado en España por primera vez tres ferias dedicadas al negocio relacionado con el cultivo privado de marihuana. A Barcelona y Madrid se ha unido Málaga. Un millar de pymes viven de comercializar productos necesarios para que el cultivo de la popular ´maría´ fructifique, desde semillas hasta abonos o fertilizantes.

En principio, nada es ilegal, porque los productos que se venden no pueden considerarse drogas y porque está despenalizado el consumo de marihuana siempre que no se trafique con ella. En este sentido, la jurisprudencia fija en una docena de plantas el límite del cultivo particular para el consumo personal. Pero a nadie se le oculta que estos negocios están orientados al consumo de marihuana y contribuyen a la extensión de esa cultura del cannabis que expande el discutible argumento de que fumar porros es menos perjudicial que el tabaco.

Pese a algunas opiniones contrarias, la distinción entre drogas blandas y duras aún es válida. La marihuana es de las primeras, pero no es en absoluto inocua. Para confirmarlo, basta con observar el aumento entre los jóvenes de los brotes psicóticos --un principio de esquizofrenia--, que se han duplicado desde el 2005. Ese aumento se produce en paralelo a la proliferación de la venta de semillas seleccionadas --algunas, transgénicas-- que pueden provocar efectos alucinógenos. Un dato preocupante que invita al menos a regular ese comercio que ahora se mueve en el límite de la legalidad.