Que el expresidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra , tiene un poder omnímodo en el PP provincial es un hecho comprobado. Pero que ese poder llegue al extremo de "colocar" a su compañera sentimental como vicepresidenta de la institución, desborda los límites.

Sin complejos, sin cortarse un ápice, ha presionado al actual responsable de la Diputación para que Esther Pallardó ocupara la vacante que Vicent Aparici deja al tener que incorporarse a su escaño en el Senado.

El puesto es un caramelo. Va a cobrar 4.500 euros al mes, además de coche oficial y otras prebendas. La pregunta es si, en tiempos de crisis, era preciso mantener en la Diputación de Castellón cuatro vicepresidentes con semejantes emolumentos. Precisamente ahora, que se han cuestionado en campaña electoral las funciones y cometidos de las Diputaciones; que el PSOE propuso su desaparición dado que resultan muy costosas y que los gobiernos autonómicos podían ejercer sus competencias. Ahora se mantienen cargos para las "amistades".

No será porque Carlos Fabra tenga problemas económicos: le ha vuelto a tocar la lotería de Navidad y, además, suma los sueldos de secretario general de la Cámara de Comercio y presidente del fantasmagórico aeropuerto de Castellón, donde no ha aterrizado ningún avión.

La ligereza con la que se juega con el dinero de todos, en vísperas de conocer el alcance de las "medidas de austeridad", con un ahorro en el gasto de 4.000 euros, debería provocar una llamada de atención del nuevo gobierno cuyos ministros experimentan el arte de meter la tijera a sus presupuestos. Parece, una vez más, que Carlos Fabra sigue siendo intocable.

Para quien ya no es tan intocable es para la Justicia. Pese a que amenaza con presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional, contra la sentencia del Supremo que revocó el archivo de cuatro delitos fiscales, próximamente tendrá que sentarse en el banquillo de los acusados, como su amigo Francisco Camps , acusado de cohecho , tráfico de influencias y delitos contra la Hacienda Pública. Tan acostumbrado está a sortear las imputaciones que no duda en afirmar que este juicio también lo va a ganar.

Por si acaso ha dejado a Esther Pallardó bien colocada, sin que nadie de su partido ponga el grito en el cielo ante este penúltimo acto de nepotismo.