TEtl día 19 de diciembre del 2005 les hablé en un artículo de los problemas que podían ocasionar los teléfonos móviles a sus dueños. Una de las personas que más se congratuló conmigo al leer el pequeño párrafo fue mi amigo Luisito Pérez , un tipo que siempre fue un poco tarambana, amigo de la vida destartalada y muy aficionado en su día a correrse las noches intentando conquistar mujeres de su agrado blandiendo su seductora verborrea y utilizando sus mañas don juanescas, bastante efectivas, por cierto.

De esa glotonería faldera fue curado por la mujer con la que hace pocos años se casó, que es un bonito ejemplar femenino, pero de armas tomar. Ahora Luisito es algo así como un monje monógamo postergado a la vida contemplativa a través la ventana de un convento por la que se ven mujeres bellas a bastante distancia.

Para intensificar su empatía con mi artículo de los móviles, me contó lo que le había ocurrido a él hacía pocos días. Me dijo que últimamente viaja mucho, pero no le da la gana tener móvil; y eso que su mujer ya ha intentado regalarle cuatro. Resulta que una tarde-noche se le averió el coche justo al lado de un club de carreteras --llámese puticlub-- y no le quedó más remedio que entrar en el local de alterne para llamar por teléfono fijo a la grúa. El servicio de grúas le comunicó que en una hora recogerían su coche. Pero Luisito se encontró en el puticlub con un antiguo compañero de la mili que le invitó a una copa; y luego a otra; y a otra. Y aprovechando la interminable generosidad de su amigo, Luisito se relajó de tal manera que se olvidó de la grúa y del coche. Cuando salió del local, pasadas cinco horas desde que entró, su coche ya había sido recogido y llevado al taller aún no estando él presente, por lo que su amigo tuvo que llevarle a su casa en su vehículo. Luisito le dijo a su mujer que el coche se le había averiado en una carretera poco transitada y había tenido que andar quince kilómetros o más para llegar al pueblo más cercano desde donde llamó a la grúa, que por otro lado había tardado mucho en recoger el vehículo.

--¡Ay so tonto!... ¿Ves?, eso te pasa por no querer llevar móvil le recriminó su mujer muy enojada.

*Pintor