TDtice Buenadicha que no protestamos por desaguisados tan infamantes como el de la Autovía Cáceres-Hinojal, acabada, y cerrada, gracias a las artes de previsiones genios y gestores lumbreras.

La gente no protesta, querido profesor, porque prefiere rebajar las necesidades a subir las exigencias para no frustrar esa baba bobalicona de feliz ciudadano del limbo que les han colgado.

No protestan porque si lo hacen, las subvenciones, la colocación del niño, la recalificación, la calle, la licencia, el artículo, vuelan. Aquí persiste el vasallaje, las sumisiones al amo, por más que democracia lo llamen.

La gente no protesta porque no hay dónde protestar: en la calle hace frío y en los medios no te dejan calentarte: aquí cada uno tiene la brasa para su sardina, y al reclamante le mandan a la intemperie. Protestar es una avanzadilla hacia la verdad, hoy desplazada por la falsa moneda y con el dividendo por los suelos.

Razones para la protesta, nos sobran: dejémoslas hoy en esa autovía desnortada que nos trae, hace años, como putas por rastrojo a quienes vivimos en Cáceres y pretendemos ir a Plasencia o Mérida, mientras el/la culpable sigue en libertad y sin cargos, y nosotros sin nadie que tenga los colgantes suficientes para dar el puñetazo en la mesa.

*Licenciado en Filología