Una de las bazas que asegurarían el éxito en la candidatura de Cáceres como ciudad europea de la cultura para el 2016, sería la publicidad de nuestros valores culturales actuales y la recuperación de nuestras propias raíces desconocidas o perdidas, en una urgente tarea de rescate que permitiera su difusión y que parece ahora más propicia que nunca. La clave estaría en acertar con el modo de contagiar el entusiasmo por la propia cultura a toda la población y los medios tendrían aquí un papel esencial. Aún se recuerdan concursos radiofónicos que hace décadas tuvieron en vilo a todo el país.

No es tarea fácil: de la escasa divulgación de la cultura extremeña sabemos los adictos por los sobresaltos que nos acechan a la vuelta de cualquier esquina. Hace unos meses, un prestigioso columnista local nos alarmó al afirmar que Cáceres era una ciudad sin novela- La reciente rectificación, por indicación de Julián Rodríguez , rescatando la última de Pedro de Lorenzo "Ahora ¡a otra cosa!", explicita, no obstante, el olvido en que yace nuestra cultura local. Porque nadie ha recordado que existen al menos otras cinco o seis novelas --los expertos podrían señalarnos alguna más-- que sitúan su acción en la ciudad.

XENTRE LASx más veteranas estaría Alonso Golfín (1894), de Publio Hurtado , sobre el famoso cacereño del siglo XV, que incluso alcanzó cierta difusión en Madrid, cuando su autor alternaba la creación literaria con la investigación histórica que luego le ocuparía en mayor medida. En El ídolo roto (1904), otra de sus novelas, es protagonista el marqués de Camarena, singular personaje local del siglo XIX, de quien ya se había ocupado en el relato breve El rizo negro (1903).

La tercera novela ambientada en Cáceres es obra de juventud (1935) precisamente del mismo Pedro de Lorenzo , escrita a medias con el periodista Leocadio Mejías , célebre por la película Segundo López, aventurero urbano (1952), sobre su novela de igual título (1947), que dirigió Ana Mariscal , con fotografía de su marido, Valentín Javier García y protagonismo ocasional de Severiano Población , muy popular aquí. La novela cacereña, que escribieron en el Café Viena de nuestra capital y firmaron con los seudónimos de Viky y Kopolám , tenía el desenfadado título de Santa Lila de la Luna y Lola y sus autores se curaban en salud etiquetándola de "novela cursi". No es fácil verla citada entre las obras de Pedro de Lorenzo, si bien no escapó a Fernando García Morales en sus Ventanas a la ciudad . Y aunque solo sea por el hallazgo, que no deja de tener su gracia, de bautizar a la provinciana ciudad como Tristón del Tedio --algo de rabiosa actualidad para muchos lectores de hoy-- merecería ser recordada.

Novela policíaca es Crimen en el Museo (1976), de Cástulo Carrasco , al que puede que recuerden todavía los mayores. Se desarrolla su acción en el cacereño Museo Arqueológico Provincial, antes también de Bellas Artes, condición que hoy ha perdido por completo, lo que constituye una de las asignaturas pendientes de esta ciudad: la carencia de un museo en el que puedan verse las obras de nuestros artistas locales, más allá del pequeño e incompleto, aunque valioso muestrario del Museo Pedrilla o de la contemporaneidad foránea del de la Casa de los Caballos. Extraño mérito, a mi modo de ver, ante el anhelado 2016 --y aquí sí que somos realmente únicos-- el insólito desprecio de la ciudad a sus propios artistas, antiguos y actuales. Un segundo Crimen en el Museo tendría como víctima al Arte local.

La quinta novela ambientada en Cáceres se debe a la pluma del polifacético Pedro Romero Mendoza (1896-1969), si bien fue publicada con carácter póstumo (1979) por sus familiares, en una no muy cuidada edición. Su título es Angustia y en ella quedan reflejadas la miseria y de nuevo la tristeza que rezumaba de la ciudad en las décadas oscuras de la posguerra. Tal vez pueda hallarse aún en la librería que quiso cerrar la anterior corporación municipal...

Acaso no encaje en el estricto apartado novelístico una muy curiosa obra situada en Cáceres, aunque inédita, del inquieto artista Pedro Campón , más conocido como pintor, titulada Carnaval Trágico (Bruselas, 1928), que elige como escenario la recién conquistada ciudad del siglo XIII. Su autor la define como guión cinematográfico en la portada del manuscrito, que se conserva en una de las mejores bibliotecas particulares cacereñas. La generosidad de su actual propietaria me permitió el acceso a esta obra y a la novela primeriza de Pedro de Lorenzo.

No agota Cáceres su protagonismo con estas novelas: a falta de otros autores contemporáneos, la ciudad es motivo recurrente de numerosos poemas y en no pocas ocasiones presta soporte físico a buen número de relatos breves y piezas teatrales, que por razones de espacio habrán de dejarse para otra ocasión.

*Profesor de la Uex