Tocar hueso significa que las niñas y los niños del barrio o la localidad no dispongan de la alimentación acorde con la riqueza y el desarrollo de tu país. La altura de miras de los poderes públicos y las políticas de los partidos tienen un baremo para medirse: el bienestar de la infancia. Por eso queda fuera de cualquier lógica que las necesidades infantiles, de las que nos advierten las escuelas y los servicios sociales, se conviertan en un pimpampum político y en una batalla entre administraciones para dejar en otras manos la respuesta necesaria e inmediata a la situación. La mayoría de los entes locales, forzados a socorrer a los ciudadanos por razones de proximidad, contemplan con impotencia el desafío ante la falta de recursos y de la posibilidad de obtenerlos. La crisis económica no puede avanzar a costa de la parte más débil de la sociedad y sin que eso represente un vuelco para la burocracia y para las políticas de partido y de gobierno (de todos los niveles).