La gira de Obama por cuatro países asiáticos, durante la que asiste a la reunión del G-20 y al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, debía servir para reforzar la presencia de EEUU en el continente que va a convertirse en el gran motor económico del mundo, estrechando los lazos entre una y otra orilla del Pacífico. Un segundo objetivo era el de crear un cinturón en torno a China, que afianza día a día su poder económico y militar. EEUU tiene varios contenciosos con aquel país, desde monetarios y comerciales hasta geopolíticos. La India, Indonesia, Corea del Sur y Japón, por razones distintas, recelan de Pekín. El reforzamiento de sus relaciones con Washington mediante alianzas estratégicas conviene a ambas partes. La falta de señales de recuperación en EEUU, aliñada con el proteccionismo que la reciente victoria republicana en el Congreso reforzará, ha modificado el sentido de la gira. Los más de 200 empresarios estadounidenses que viajan con el presidente explican el cambio de rumbo en busca de oportunidades de negocio y la creación de empleo que amortigüen un paro creciente en EEUU, donde se ve a China y la India como competidores desleales. En Indonesia, el mayor país musulmán del mundo, Obama ha renovado la promesa de hace 18 meses en El Cairo de otra etapa en las relaciones con el islam y ha pedido implicación para derrotar a Al Qaeda. Siendo loables ambos objetivos, el escaso progreso en este terreno resta credibilidad a un Obama debilitado que necesita volver a casa con éxitos, y, sobre todo, con contratos.