WAw Barack Obama le han hecho falta menos de dos semanas para desarmar a los escépticos. La batería de disposiciones que llevan la firma del presidente y liquidan en buena medida el marco de referencia moral dibujado por la anterior Administración seguramente no tienen parangón en la historia reciente de Estados Unidos y exceden con mucho la previsión inicial.

Todos los analistas coincidieron en otorgar a la crisis financiera un relieve preponderante en el estreno de la nueva presidencia, y así ha sido --aprobación de un fondo de más de 800.000 millones de dólares para estimular la economía--, pero pocos esperaban que las promesas electorales del presidente, del cierre de Guantánamo a la autorización de ensayos clínicos con células madre, se concretaran en tan poco tiempo.

La diversidad de los asuntos abordados, la consistencia de las alternativas puestas en marcha y los compromisos públicos adquiridos al dar carpetazo a la tortura, reprender a los ejecutivos de Wall Street movidos por la codicia y que han llevado al país a la quiebra, promover el desarrollo de nuevas fuentes de energía, consagrar la igualdad salarial para las mujeres y ejercitarse en el respeto a los aliados --España incluida-- apenas podían esperarse en tan pocos días.

Frente al ocaso neoconservador que sumió a Estados Unidos en la decadencia y minó su prestigio internacional, cabe decir que Obama opta por la osadía del reformista moderado que tiene tras de sí a una gran mayoría social. Una situación que, probablemente, es extensible fuera de Estados Unidos, donde la popularidad de Barack Obama es incontestable.

Resultaría pueril deducir de todo ello que está en manos del presidente dar satisfacción a todo el mundo en todas partes. Las gestiones realizadas en Oriente Próximo del exsenador George Mitchell, con las cenizas de Gaza aún calientes, se desarrollan en un campo de minas que pueden estallar en cualquier momento. Los tanteos con Irán están preñados de incógnitas.

En muchos otros lugares y asuntos, lograr progresos no pasa de ser un objetivo lejano, pero la disposición de afrontar los problemas con un enfoque nuevo no deja de sorprender.

Y aún así, la prudencia no permite sacar por ahora mayores conclusiones, porque hasta que no surjan las primeras resistencias dentro y fuera del Partido Demócrata, y las grandes redes de poder pongan condiciones, no podrá medirse la capacidad de maniobra de la Casa Blanca.