Se equivoca el cardenal arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares, cuando acusa de cristofobia a quienes mantenemos una postura progresista y democrática sobre cuestiones como el aborto, eutanasia, educación o sobre la retirada de símbolos religiosos de los ámbitos públicos.

Estaría más acertado monseñor Antonio Cañizares si en vez de hablar de cristofobia hablara de obispofobia; pues son los obispos los que con su postura intransigente, impositiva y reaccionaria, están impidiendo el legítimo y sano ejercicio democrático en un Estado aconfesional como el nuestro.

La sociedad española no padece de cristofobia como afirma el prelado; pues como dijera Pilatos, los demócratas, aunque laicos, tampoco encontramos ninguna culpa en la figura y mensaje original de Jesús. Sin embargo sí observamos en sus representantes un mensaje cristiano distorsionado que interfiere, se entromete e intenta manipular la realidad democrática a su conveniencia.

Pedro Serrano Martínez **

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