Que el machismo y el feminismo son igual de perniciosos...

Que una mujer es una privilegiada, ¿de qué se queja?, si su compañero le sirve un vaso de agua en un jardín una tarde de verano.

Que la palabra machista es muy fea y a ellos no les gusta.

Que se mata mucho a mucha mujer, pero tampoco tanto, y que hay chicas que están en los bares con uno, y mirando a otro.

Que las mujeres aguantan porque quieren los malos tratos.

Que la predominancia del hombre en la sociedad está muy cuestionada, y hay muchos frentes luchando para terminar con eso. Que las mujeres son las que mandan. Que se visten para provocarles, como ignorando cuál es todavía el centro de gravedad que mantienen.

Que a algunas las violan pero eso ha ocurrido siempre. Que hay mujeres inaguantables, locas, y que el hombre pierde a veces la cabeza, a ver, eso puede pasarle a cualquiera... O que en su familia no hay nada de esto, que son cosas que cuenta la Prensa o se dicen en la calle, pero que cada casa es sagrada y de nadie más...

Cada tarde trae una noche oscura aunque bailen las estrellas.

Las olas se llevaron esas frases a cual más banal, mezquina, injusta e incierta. A veces pronunciadas por señoras, señoritas, o chiquilicuatras; a veces tipos, tipos guapos y feos, todos y todas bronceados, y el mar no tiene la culpa de nada, y en el horizonte el sol desaparece pero solo para volver con sus mañanas vestidas de dorado con puntillas de gaviota.

En tierra --todas y todos pálidos-- el resto del año, es otro cantar. Cada uno considera su copla y su canción, ¿verdad?

María Francisca Ruano **

Cáceres