TEtn un Estado de Derecho la Ley es un bien preciado y casi supremo. Si la excarcelación de Otegui es fruto de la legalidad vigente, todo es conforme. A pesar de lo duro que pueda resultarle humanamente a sus víctimas que las ha habido y hay. Este tipo es tan eficaz en una democracia, como la mentira en el juego de la verdad. A esta altura de la democracia, y el sufrimiento de tantas víctimas del terrorismo en nuestro país, nadie puede decir que este Otegui sea un luchador por la libertad; y mucho menos que haya sido encarcelado por ideas políticas. Esto es rigurosamente falso. Y aún más, cuesta entender que dirigentes de la izquierda de nuestro país se allanen a ese concepto de hombre que lucha por las ideas. Este personaje es tan poco de fiar, como el sectarismo que provocan sus palabras sobre un argumento de falta de libertad en un País Vasco que la ha tenido y la tiene.

Otegui, el avisador a lehendakari, fue condenado a diez años de prisión en 2011 por intentar reconstruir la ilegalizada Batasuna bajo órdenes de ETA. El Tribunal Supremo rebajó la pena a seis años y medio al descartar su condición de dirigente de ETA, pero mantuvo la condena por integración en organización terrorista. De hecho, el tribunal consideró probado que Otegi y otros líderes abertzales cumplieron las órdenes de ETA, que les encomendó en 2008 crear un organismo de coordinación y dirección que desarrollara la estrategia de fuerzas soberanistas ordenada por ETA. Y así, todo los condenados, incluido Otegui, mantuvieron al menos diez reuniones en la sede del sindicato LAB, en San Sebastián, entre abril y octubre de 2009, cuando fueron detenidos. En ese periodo, ETA asesinó al policía Eduardo Puelles y a los guardias civiles Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvá .

XLO QUE SIEMPREx resulta duro, por el exhibicionismo demostrado, es el hecho de estar producido por un personaje que fue condenado por hechos tipificados en el Código Penal, por su pertenencia a los grupos y organizaciones filo terroristas. Por lo que es poco entendible asistir a manifestaciones de júbilo por su excarcelación, cuando lo que se tiene delante es a un individuo que ha causado grave daño a la sociedad en su conjunto. Y lo que resulta chocante y difícil de encajar para muchas personas es el hecho de que este júbilo, sea manifestado en las redes sociales y en mítines, por parte de dirigentes políticos, que se enmascaran de representantes de ciudadanos, y que se personan desde las esferas institucionales. Es la perversión del lenguaje de los malhechores, que tratan de buscar cómplices en sus terroríficas estrategias del miedo y del lenguaje paramilitar.

Por ello, lo que sorprende, verdaderamente, en una sociedad como la española que es deudora del sacrificio de muchas víctimas del terrorismo, es la actitud casi patológica --por dañina-- de cimentar el enfrentamiento de un pasado que les reveló como terrorista, y ahora quieren reivindicar como espacios de libertad a costa de lo que sea. Y no es así como debe funcionar la sociedad herida. Debe funcionar con el imperio de la ley, y con el respeto a unos sentimientos colectivos de llanto por más de mil víctimas. Lo duro de esto no es el fondo ideológico, o de beligerancias en el terreno político, sino, muy al contrario, discursos de la revancha y el independentismo bajo el mantra de un devenir terrorista, en los años de la historia democrática de nuestro país.

Que no se trata de un movimiento de liberación en democracia de España, sino la postulación del terrorismo como instrumento de lucha política con tantas víctimas a sus espaldas, como incapacidad de comprensión y aceptación de la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país. Puede ser duro el exhibicionismo de un personaje que sale de la cárcel por hechos delictivos, y no, a pesar del empeño de algunos, por causa política. Y, además, se le vista de un referente ideario y mediático. Y en el tono de sus expresiones siga instaurada la penitencia de esta sociedad, en aguantar la paranoia de una violencia que maltrata la memoria y el sufrimiento causado por el terrorismo. La justicia ha hablado, con el cumplimiento de la condena. Y la sociedad tiene también derecho a que se respete la memoria sobre aquellos que tanto daño se ha infringido.