El pasado día 2, en el pueblo toledano de Layos, murió otro niño de 14 meses como consecuencia de las mordeduras de un perro de raza boxer. Nuestras autoridades como siempre, nos dicen que se trata de un caso puntual. Pero no tan puntual. En Valladolid, a principios de año, una niña de 7 años fue atacada por un perro de raza Rotweiler cuando salía de la biblioteca en compañía de su madre. Sufrió heridas en cabeza, piernas y brazos. El perro paseaba suelto acompañado por su dueña. En noviembre, y en el pueblo cordobés de Carcabuey, un perro Pit Bull y otro Rotweiler, se escaparon de una fábrica y entraron en una finca donde dieron muerte a su propietario de 55 años, e hirieron a su hijo de 29. La Guardia Civil logró reducir a los perros. En esta misma semana de noviembre, una niña de 2 años fue mordida en la boca en el pueblo gaditano de Barbate. A la niña le tuvieron que dar puntos de sutura.

Podríamos seguir, porque la realidad es que cada día tenemos noticias de agresiones de perros a personas, y todo porque cada día se ven pasear por nuestras calles más perros de presa, como Pit Bull o Rotwailer, acompañados de jóvenes. Pareciera que con esta clase de perros los jóvenes pretendiesen alardear de fuerza o intimidar a vecinos y viandantes.

Con cierta frecuencia se nos pide a los ciudadanos respeto para las instituciones y autoridades, pero el respeto no se pide, el respeto lo ganan o lo pierden las instituciones y las personas con cada una de sus actuaciones. ¿ Hasta cuando tendremos que esperar a que las autoridades tomen medidas contundentes que regularicen la convivencia de esta clase de perros entre nosotros ?

Antonio Medina Díaz **

Badajoz