TAt veces no hay nada mejor que un racionamiento pausado para concluir lo más sensato. En el siglo XX una institución democrática fue saqueada y sus archivos trasladados a una lejana ciudad, donde se fue acumulando documentación que, en un primer momento, sirvió para obtener la información que el dictador precisaba para reprimir a cuantos tuvieron relación con aquella institución democrática. Durante 40 años la Generalitat no pudo reclamar la devolución de ningún papel. Con la recuperación de las libertades se reinicia el proceso de reclamación pero nunca era buen momento para devolver lo robado: cuando no por la fragilidad de la transición era por el golpe del 23-F, las Olimpiadas o la muerte de Copito de Nieve . Llegamos al siglo XXI y tenemos capacidad técnica para que en Salamanca se quede una copia idéntica de cada uno de los papeles reclamados desde Cataluña y para que se garantice la unidad del archivo. Si existe una forma de no perjudicar ni a los investigadores ni a la entidad del archivo de la guerra civil, cabría preguntarse qué razones hay para no devolver lo robado a quien nunca dejó de solicitarlo democráticamente y para apoyar que todo quede como quisieron los dictadores. Se admiten conclusiones.

*Profesor y activistade los Derechos Humanos