No hay recetas magistrales, ni libros de instrucciones, para educar correctamente a un hijo. Cada chaval es un mundo y, por tanto, es muy difícil elaborar unos estándares con pautas a seguir para ser un buen padre o una buena madre. Pero sí es cierto que, para desempeñar las funciones de padre o madre, hay que tener dosis a raudales de amor, sentido común, capacidad de sacrificio y equilibrio psicológico, porque la tarea no es sencilla. La reunión de esas cualidades compone un prototipo ideal de padres perfectos. Pero, como todos sabemos, la perfección es eso a lo que siempre se aspira, pero que, difícilmente, se alcanza. Y, por ello, lo más a lo que llegan la mayoría de las parejas es a que las cualidades de la madre suplan los defectos del padre, y viceversa.

En multitud de ocasiones, la bondad de unos padres educando a sus hijos es un parámetro diametralmente opuesto al grado de satisfacción de los chicos con sus propios padres. Porque ser padre o madre implica tener que decir muchas veces que no. Y el ‘no’ frustra expectativas del niño, adolescente o joven. Los padres que dicen a todo que sí son, por lo general, unos padres desastrosos, que acaban criando personas poco preparadas para la vida, en general, y para la vida en sociedad, en particular.

A propósito de esto, leía, recientemente, un par de noticias que me hacían pensar acerca de la dudosa capacidad de algunos padres para ejercer como tales. Una de ellas aludía al caso de una jovencísima adolescente que fallecía a causa del consumo de grandes cantidades de alcohol. Y la otra, a la huelga de ‘lápices caídos’, que han impulsado algunas federaciones y asociaciones de padres, para que sus hijos no hiciesen deberes escolares durante el pasado fin de semana. No me siento con autoridad como para juzgar a nadie. Pero, siendo consciente de las diferencias entre ambas noticias, cuando las leía, no podía dejar de pensar en lo equivocados que están esos padres que van de guais, que no fijan límites, y que alejan a sus hijos de valores como los de la responsabilidad o el esfuerzo.