TEtl sofoco de un resultado electoral que ha dado los escaños que ha dado ha casi incapacitado a la actual clase política a saber actuar en la vía de los consensos. Las ruedas de prensa se han multiplicado como coartada de que se estaba haciendo algo, esto es, mientras la inmensa mayoría de los ciudadanos que trabajan en este país estábamos trabajando, los elegidos por las urnas estaban haciendo el paripé más espantoso, con reuniones retransmitidas, redes sociales llenas de mensajes de buenas intenciones y del tú más. Pero nada de nada respecto al sentido de la responsabilidad de gobierno de un país. Que, desde luego no se hace desde los parapetos de los medios de comunicación, sino de la gestión diaria de las administraciones públicas que son los que producen el cambio de los países.

Dicen que la economía se resiente por este parón de gobierno en funciones, pero no sé si se resiente más por observar la falta de eficacia y solución a este tema, que por medidas de economía política. En este país de demasiada improvisación parece que la sociedad empieza a acostumbrarse, y al igual que en Italia, la italianización de la política española hace que el caos no sea mayor del que pudiera ser.

Lo que más me resulta molesto, quizás, no es otra cosa de lo fingido de la situación, esto es, el querer aparentar lo que no se está haciendo, que no es otra cosa que el apostillar sillones, más allá de gobernar para todos. Ese fanatismo que suele haber en algunas manifestaciones de líderes políticos desdeñando parte de la sociedad frente a la otra parte, no es de recibo en un país democrático. Y más teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de las gentes de este país no tiene una militancia real. Así pues, decir que la derecha y la izquierda son elementos de confrontación directa porque así lo siente la sociedad es una afirmación calculada, pero no asentada en datos certeros.

XPUES BIEN,x parece que se acerca el final del período de prueba que los ciudadanos de este país han dado a los políticos y representantes para que gestionen unos números parlamentarios que no han sido simétricos y semejantes a otras contiendas electorales. Y el resultado desde luego no puede ser más decepcionante, no porque no se vaya a producir un resultado en sí, sino por las formas y maneras de haberlo gestionado, tan impúdicamente y tan maliciosamente.

Nada de lo que se ha dicho o dejado ver entre rueda de prensa, escenificación y redes sociales tiene que ver con la realidad de este país. La realidad de unas gentes que machacadas por una crisis, pues víctimas ha habido y hay muchas, esperaban la superación del ejercicio de los sillones para atender a decisiones sobre medidas políticas, económicas y sociales de una sociedad abocada a un siglo XXI que se enfrente a retos inmensos y nuevos paradigmas sociales.

Aquí ha cambiado todo, modelos educativos, sistemas de producción, modelos de familia, sistemas económicos globalizados, movimientos migratorios que nos hacen cuestionar el papel de la globalización. Desafíos de una nueva era, que ante el declive de nuevas propuestas intelectuales, está sucumbiendo al calor de las redes sociales a mensajes de intolerancia social, y de fanatismo ideológico.

Algo así como al mercadeo del todo vale. Y en esto, muchos ciudadanos pueden verse excluidos de la realidad social, como ya la crisis económica los situó. Y frente a ello, nos encontramos con viejos discursos, manifiestos enfrentamientos y nula capacidad para reconocer en esta sociedad esos cambios y que sean trasmutados desde una nueva manera de gestionar lo público y lo político.

Y mientras esto sucede, nuestra clase dirigente a continuar con las especulaciones, exhibiciones y demás paripés que tanto hastío nos está provocando y que es tan poco recomendable para todos aquellos que creemos en el valor de la clase política, frente a otro tipo de posiciones.

Parece y resulta cada vez más necesario la fuerza de una sociedad civil, que no enmascarándose en la política, actúe con libertad y con determinación, aunque sea por causa del enorme enfado producido por lo que estamos observando.