Escritor

Tras la guerra, hubo gentes que hablaban solas por la calle. Solían ser indigentes que, desde mis ojos infantiles, no comprendía aquella actuación o sobreactuación que hacían de sí mismo con gran desprecio de todos. Hoy algo hemos avanzado y ver cazar moscas por la calle no llama tanto la atención. Uno de aquellos genéricos era don Mariano, que solía tomar las esquinas de Badajoz, teniendo en cuenta que los automóviles prácticamente se reducía a los taxis y algunos más. Es decir, que podías estar tranquilamente un cuarto de hora tratando de convencernos que nos íbamos a condenar. Era la tesis de la época, y el padre Meseguer en el púlpito de la Concepción venía a decir lo mismo, algo más sofisticado, con aquel niño que, por hacerse una paja, después salía a la calle y le caía una teja en la cabeza y moría y se iba al infierno. ¡Ay, aquellas tejas de la postguerra, lo que mataban!

En los años ochenta hubo también parladores de calle, hasta que llegó el PSOE y enderezó un poco la cosa. Pues pasado el "España va bien" se vuelve a hablar por las calles en soledad. Gentes que manotean tras no comprender nada de cuanto pasa a su alrededor. Claro, que, cómo comprender el impuesto que nos pone el Ayuntamiento de Badajoz, con las obras de infraestructura del agua que ha pagado la Comunidad Europea...

Cómo no vas a hablar solo por la calle.