El Partido Popular ganó ayer las elecciones en Extremadura de forma clara, tanto las municipales como las autonómicas: consiguió el 44% de los votos en los ayuntamientos frente al 40% del PSOE (una diferencia de 28.000 votos) , y el 46% de los apoyos para elegir representantes a la Asamblea, frente al 43% de los socialistas (18.000 sufragios más). Se trata, por tanto, de un resultado histórico, puesto que en ninguna de las citas electorales municipales y autonómicas el partido conservador ha estado por delante del socialista. Una mirada a los resultados del 2007 dan la medida del vuelco ocurrido ayer: hace cuatro años, el partido socialista obtuvo 54.000 votos más que los populares en el conjunto de los ayuntamientos, con 8 puntos porcentuales a su favor, y 95.000 sufragios más para la Asamblea, con casi 14 puntos de diferencia. Puede decirse, por tanto, que José Antonio Monago, con la decisiva participación de la crisis económica, que ha castigado exclusivamente a los socialistas por la derecha y por la izquierda, ha conducido a su partido a una situación preeminente entre los votantes extremeños, que si a algún partido le han mostrado la confianza ha sido al suyo.

Sin embargo, se trata también de un triunfo amargo, puesto que mientras en el ámbito municipal obtiene victorias incontestables y rotundas --es la fuerza más votada en 17 de las 20 ciudades más pobladas y arrebata al PSOE las ciudades de Mérida, Almendralejo, Cáceres y Plasencia, las dos últimas con resultados de récord para Elena Nevado y Fernando Pizarro--, la joya de la corona, la Presidencia de la Junta de Extremadura, puede resultar inalcanzable para sus 32 escaños.

Y es que Izquierda Unida no solo ha vuelto a la Asamblea, sino que lo ha hecho igualando su mejor resultado y con sus tres escaños se ha convertido en la fuerza decisiva. En su mano está dar la Presidencia a Guillermo Fernández Vara --anoche mismo, y a continuación de hacer autocrítica por la pérdida de seis escaños, no solo le ofreció un pacto de legislatura, sino un gobierno de coalición, hipótesis que Pedro Escobar ni siquiera entró a considerar "por no ser la noche para eso"----, o a José Antonio Monago. Es altamente improbable que Izquierda Unida facilite un gobierno del PP, apareciendo más factible que intente, desde su posición de vigilancia crítica, condicionar la política del PSOE hacia una manera de gobernar "alejada de los modos de la mayoría absoluta", según señaló Escobar.

Con todo, Fernández Vara ha conseguido resistir mejor que ningún otro candidato de su partido el tsunami popular que se ha producido en la mayoría de las 12 comunidades restantes donde se renovaban sus parlamentos y que tal vez le permita colocar la única bandera roja en un mapa de España vestido prácticamente de azul. Un tsunami cuya fuerza pretende el PP que sirva para que Rodríguez Zapatero adelante las generales, una posibilidad descartada por el presidente del Gobierno a pesar de que anoche afirmó que su partido había perdido sin paliativos.