Cada vez son más los adultos que usan el móvil en los medios de transporte para entretenerse con juegos. No es de extrañar ver a niños y adolescentes en este quehacer y esto me lleva a preguntarme sobre el valor que tenemos del tiempo. El ocio es bueno y saludable pero se está convirtiendo en un problema para la sociedad y las familias, ya que no se sabe gestionar el tiempo libre.

El aburrimiento y la pereza están generando pasatiempos egocéntricos y provocan hábitos que acaban invadiendo los órdenes de la vida. De forma que, para olvidar el trabajo o las relaciones sociales y enfrentarse al aburrimiento, el recurso habitual es conectarse. En las casas, a la tele o a internet, y fuera de ellas, a los móviles.

Podría decirse que estamos sometidos, de forma voluntaria, a una esclavitud de la atención; precisamos de gratificaciones inmediatas y la consecuencia directa es la pérdida de la capacidad de concentración.