TNtadie ha dicho, ciertamente, que las compañías eléctricas tengan que ser patrióticas, pero a lo mejor alguien debería decirles que han de respetar un poco, cuando menos, el territorio político en el que operan y en el que se lucran. Endesa, Iberdrola y Gas Natural han recurrido ante el Tribunal Supremo el decreto de ayudas al carbón nacional, que obliga a las compañías a utilizarlo, a precio tasado, en el proceso de producción de electricidad. No hace falta decir que ese decreto intenta detener la aguda y vertiginosa depauperación del sector de la minería y, con ello, el ingreso en las sentinas del paro de decenas de miles de mineros, pero a las eléctricas, que acusan a la nueva normativa de crímenes tan execrables como "atentar contra el mercado" y "distorsionar el funcionamiento del sistema", eso, al parecer, ni les va ni les viene.

Se sabe, entre otras cosas porque se nos recuerda constantemente, que el dinero no tiene patria, pero el que el Estado atiza de vez en cuando a esas compañías para inyectarles moral , sí la tiene. En este caso, la patria se llama España, y los que con sus impuestos reúnen para animar a las eléctricas, se llaman, así en conjunto y a resguardo de las reservas cantonales, españoles. Los mineros de aquí, incluso aquellos que vinieron de luengas tierras, también son españoles, y su desesperación y su miseria si se quedaran para siempre sin trabajo, eternamente los lunes al sol, abundaría en la desesperación y en la miseria de la propia España. ¿Sería mucho pedirles a esas compañías de beneficios fabulosos un poco de contención en sus expectativas dinerarias, ya que no, pues el mercado no entiende de eso, un poco de solidaridad o de decoro?

Las tres grandes eléctricas (no diré españolas , pues el dinero las hace apátridas) han presentado ante la sala tercera del Tribunal Supremo sendos recursos contra la nueva norma de ayudas y subvenciones que, a la desesperada, pretende que consuman algo de un producto nacional, durante cuatro años, en beneficio de sus nacionales en apuros. Pero pretender eso es, según parece, peor que pedir peras al olmo: es atentar contra el mercado y distorsionar el funcionamiento del sistema.