Lo ocurrido ayer en el Pleno del Ayuntamiento de Cáceres, en que el concejal de IU y primer teniente de alcalde Santiago Pavón se abstuvo en la votación del plan de saneamiento, haciendo peligrar la única iniciativa que se ha puesto encima de la mesa para mejorar la tesorería del municipio, es el último --¿el último?-- episodio de la deriva de un concejal cuyo afán primero parece que es el de hacer descarrilar el gobierno municipal con el que se comprometió, en una actitud parecida a la de Sansón y los filisteos: muero, con tal de que mate.

Es ocioso explicar, una vez más, que esa actitud suicida es, además, inconsistente, como lo refleja el hecho de que Pavón se abstuvo a la hora de votar el plan de saneamiento porque no se le garantizó que la futura empresa de gestión del agua sería mixta, y minutos después apoyó las operaciones de crédito, por valor de 30 millones, derivadas de la aprobación del plan de saneamiento, cuya virtualidad descansa precisamente en el hecho de que la empresa de gestión del agua no será mixta.

La sociedad PSOE-IU en Cáceres toca a su fin: la alcaldesa está "harta" y Pavón tiene "hechas las maletas". Se impone un plan B.