Londres es la primera gran capital europea que elige el peaje para poder circular por el centro de la ciudad, un espacio equivalente a 20 kilómetros cuadrados. Ayer fueron menos de 100.000 los vehículos que pagaron --con medios telemáticos-- los 7,5 euros (1.248 pesetas) que cuesta transitar por esas calles en horas y días laborables. El tráfico ha bajado un 25% en una primera estimación, que deberá corregirse las próximas semanas, porque la medida ha coincidido con un período de vacaciones escolares en Gran Bretaña.

Los resultados de esa iniciativa merecerán la atención de otras grandes urbes, porque su objetivo no es tanto la recaudación --que en todo caso debe destinarse a mejorar el transporte colectivo-- como la disuasión del uso del automóvil. Hasta ahora, la opción más extendida en Europa, ha sido el peaje por aparcar, la zona azul y los párkings de concesión municipal. Otra opción disuasoria, que fue contestada con precipitación por vecinos y comerciantes, ha sido la ampliación de los espacios peatonales. Esas innovaciones han tenido efectos positivos, pero, si la atrevida apuesta de Londres prospera, abrirá un nuevo debate sobre la restricción del vehículo privado.