A la hora y en la hora de desaparecer, es decir, llegado el momento, ¿para qué esperar a que la enfermedad culmine el proceso, con sus acarreos de dolor, compasión, incapacidades, escatologías..., cuando se sabe que la causa ya no tiene solución? Mejor el suicidio, para quien tenga el coraje de hacerlo, obviamente. Pero no solo el coraje: también para quien sepa cómo hacerlo. Ejemplar, serenamente ejemplar, ha sido el caso de Ángel Hernández y María José Carrasco, matrimonio que ha tramitado la muerte --la de ambos, aunque él deba seguir viviendo-- sin hacer ruido. El coraje ha sido de los dos: en el caso de él, por ayudarla a morir, y, en el de ella, por tener preparada la solución para hacerlo cuando llegara el momento, pues fue ella quien adquirió --tres años antes-- el fármaco con que desaparecer, consciente de lo inevitable.

No había ya dosis de morfina capaz de mitigarle el sufrimiento de una enfermedad sañuda y fatal. De ahí la decisión también fatal, aunque comprensible. Solo a quienes piensan que únicamente Dios puede dar fin a la existencia de enfermos terminales debe de haberles resultado incomprensible este suicidio. Pero el suicidio es un acto íntimo, privado, que si en este caso se ha hecho público es porque el hombre que ayudó a su mujer a suicidarse llamó al 061 para autoinculparse, y sin ningún victimismo, por cierto, sino con total responsabilidad, que es justamente lo contrario. El caso de María José Carrasco y Ángel Hernández es digno de las palabras de Rafael Sánchez Ferlosio, muerto reciente: «A los seres comunes y sencillos lo único que les preocupa de la muerte es no perder la compostura». En efecto.

¿A qué, entonces, publicar que el suicidio auxiliado de María José Carrasco ha sido o quiere ser un alegato a favor de la legalización de la eutanasia? Son ganas de frivolizar y, lo peor, de degradar a las víctimas. Pero no hay que descartar que algunos partidos políticos lo incluyan en su campaña electoral, evidentemente, una vez que los medios de comunicación han puesto en circulación tal posibilidad. Se pueden sacar votos hasta del uso del pentobarbital. Vaya si se puede.